Tránsito

Viajé. Y lo planee mucho, porque no siempre se tiene la oportunidad de viajar. Y me traje una felicidad diferente, ni eufórica ni con ganas de contarlo todo, más bien con nostalgia de los lugares, las personas con las que me reencontré, la sensación de estar en tránsito. ¡Pero si para cambiar y volver a viajar! Y volví con ese sentimiento de sentirme un poco ajena… con los cimientos removidos, era lo que me faltaba hacer para darme cuenta de varias cosas, en donde debo poner más ojo, tener menos miedo, alejarme de lo tradicional, de personas que no me aporten, uff, muchas cosas que se piensan en un vuelo de trece horas sin tele y con frío. Regresé de a poco eso sí. Ordenando cosas, rescatando las únicas fotos bonitas que pude rescatar, reunirme con algunas personas que querían saber del viaje, ordenar regalos especiales, y nada, instalarse de nuevo en la vida, pero ahora alterando mi rutina y haciendo foco donde debe ser. 

No estuvo muy descansado porque caminé millones y tampoco estuvo tan comido porque no me daba mucha hambre. Le pregunté a otras personas y también les ha pasado lo mismo. Y yo veía los pasteles maravillosos girando frente a mi, los helados con los colores más extremos del mundo y yo decía, «ya después» y después pasaba y al final terminaba comprándome una botella de agua. Pero igual probé cosas ricas. No fui turista 100%, sí tomé fotos y fui a lugares emblemáticos, pero también me perdí en la nada misma, sentada en una plaza largo rato, en una ventana mirando la calle, caminé, anduve en bici, bus, tren, metro, me calenté pizza en microondas, me reí. 

Otras cosas buenas fueron: logré viajar 15 horas en avión sin volverme loca ni matar a nadie. Seguí instrucciones y me moví con mapa en mano y me ubiqué perfecto. Encontré lugares escondidos y sufrí lo que mi amiga Vivi me dijo que era el síndrome de Stendhal. Y así, no ser de ningún lado por 15 días.  

Primero, las personas.

Este viaje no hubiera sido tal sin la buena onda de las amigas que me recibieron. Vivi en Barcelona y Dani en Paris. Me sentí la amiga más querida, conversaciones entretenidas, risas espontáneas y largas… Con Vivi fue encontrarme con una mejor amiga, de esas de cabra chica. Con Dani, una perfecta y entretenida guía. Mención aparte para Yann, mi amigo francés que aquí sale borroso que me llevó a conocer otra parte de Paris: Barbes, Chapelle y Louis Blanc. ¡Deberían estar aquí ahora!

Las bicis.

Mis amigas me prestaron sus tarjetas para usar las bicis públicas. ¡Y les saqué el jugo! Ser parte del sistema de transporte fue toda una experiencia. Cuando bajaba por las calles de Paris me sentía en una película, disfrutando del viento, con mi canasta con compras y mi alegría espontánea. Además, me di dos vueltas alrededor del Arco del Triunfo, la rotonda más grande de la ciudad, y fue genial el respeto de los autos, buses, motos y bicis: todos me dieron el paso para seguir yo, rumbo a no sé donde en bicicleta. Igual me perdí, nunca encontré la calle por donde debía salir (de hecho yo solo quería dar una vuelta) pero bueno, igual fue entretenido.

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Las naranjas son en Barcelona, las grises en Paris.

Las calles/tiendas/fachadas

Nunca en la vida he caminado tanto. Mis pies sufrieron porque nunca hice caso a su cansancio. Conocí callecitas, rincones, tienditas y ferias que veía en paz y tranquilidad porque nadie me apuraba. Mis cámaras no me acompañaron, ambas no funcionaron más a mitad del viaje, pero bueno, hay cosas que estarán solo en mi cabeza. 

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Callecita de Paris
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Callecita de Barcelona

La comida

Debo ser una de las pocas personas que se sorprenden cuando encuentra un restorán vegetariano, ya me había pasado en mi viaje a Cuzco, ahora fue igual en Barcelona y Paris. Lo mejor fue que la vez que me topé con uno, tenía tanta hambre que comí como cerdito, o sea, super feliz.

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Restoran vegetariano Barcelona
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Restoran vegetariano Paris.
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Restorant Vegano en Barcelona

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Lo que había que conocer

Fui a algunos lugares que están en todas las guías de turismo. Pase por ahí, los conocí por dentro, seguí a la masa pero también me perdí por otros lados. No subí la Torre Eiffel, es lindo estar ahí, verla desde abajo, al lado, de lejos, de cerca, pero no haría una fila de 4 horas para subir, no sabiendo que habían más de 15 museos esperándome. En Barcelona, la super agenda de mi amiga estaba lista para mostrarme todos los lugares importantes. Alivió mi ansiedad de lograr ver casi todo lo que llevaba anotado.

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Montjuic Castle, Barcelona
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Pirámide Louvre, Paris.
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Sacré-Cœur, Paris

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La Torre Eifel

Los graffitis

De pava, me perdí el tour de graffitis por Paris 😦 era lo que tenía más presente pero se realizaba solo los sábados. Yo llegué un jueves y llamé recién al tour (lo hizo mi amiga en realidad) hasta el sábado en la tarde. ¡Nunca más! Así que anduve muy atenta a las calles de la ciudad. La vez que vi más graffitis, mis cámaras no funcionaron. Esto es lo pude rescatar. Lo que sí, encontré muchos libros de streetart y obvio, me traje varios 😀

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Y ya. Esto es algo de todo un poco de lo que fue este viaje 🙂 Y gracias por leer hasta aquí.

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Barcelona desde los altos.
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La noche en Barcelona.
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Un tecito árabe antes de juntarme con la Vivi.
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Casi muero al ver estos puntos, mareo y nauseas en Barcelona.
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Varias personas que pedían en la calle lo hacían en compañía de sus mascotas en Paris. Le di a todos 😦
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El restorán chino que me invitó Dani en Paris.
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Dani reciclando ropa.
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Expo de Warhol y su mensaje.
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Me comí un crëpe en la Torre, claro que sí.
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Una plaza, sol, niños y lejanía.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Paula Paz dice:

    Muchos lugares donde sentarse a comer algo rico! ahh qué ganass. Me pone muy muy contenta de que hayas ido, y el miedo no haya sido impedimento. Ya tienes el virus! viajarás más y más muaaja

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